¿Collar de Ahorque?
- Ernesto Simicic- Atahué Educación Canina
- 29 ago 2016
- 4 Min. de lectura
Hace unos días participé de un interesante debate en las redes sociales sobre el uso del collar de ahorque. Este debate lleva mucho tiempo y no es algo local o regional. En el mundo entero se debate sobre la ética en el adiestramiento y se cuestiona entre otras cosas el uso del collar de ahorque
¿Es correcto usarlo? ¿Es una herramienta efectiva? ¿Es una herramienta de castigo, o correctiva? ¿Es una herramienta necesaria? Y muchas otras preguntas con respuestas sesgadas, dependiendo quien las responda y cual sea su visión dentro del mundo de la educación o el adiestramiento canino
He escuchado muchas veces también, decir que "se tiende a demonizar al collar de ahorque, pero que es una herramienta muy efectiva".
Es este comentario uno de los principales motivos que me impulsó a hablar del tema.
Quiero aclarar que no voy a juzgar la herramienta “collar de ahorque” en base a su efectividad, ya que lo considero indiscutible. Sí, si el collar de ahorque es utilizado por alguien experimentado y con un criterio adecuado en su uso, es una herramienta efectiva. Al menos desde el punto de vista resultista.
¿Porque y cómo funciona el collar de ahorque?
Acá es donde está mi mayor discrepancia con esta herramienta. El collar de ahorque es usado en una dinámica de tira y afloje. Cuando el perro realiza algo que se considera inadecuado, ya sea desobedecer un comando “orden” o tirar de la correa en el paseo, no caminar a nuestro lado, etc. Se le ofrece al perro un tirón de la correa que ejerce presión en su cuello. Un estímulo aversivo que el perro buscará evitar en el futuro. La clave está, en ser muy precisos en el momento en que se da el mensaje al perro, produciendo una asociación directamente relacionada entre el estímulo aversivo (presión en el cuello) y la conducta inadecuada. Por lo tanto el perro sabrá que si ejecuta ese comportamiento llegará el aversivo, pero si realiza la conducta que le estamos pidiendo u ordenando, el collar se afloja y el aversivo cesará. Eso es concordante con lo que se denomina REFORZAMIENTO NEGATIVO.
Cuando en cambio entendemos y analizamos a la conducta dentro de su contexto como una manifestación de un proceso interno, que involucra emociones, impulsos, procesos biológicos, hormonales, interacción de redes neuronales y hasta patrones fijos de acción sistematizados, es obvio que simplemente castigando y corrigiendo sólo al comportamiento, no vamos a modificar lo que realmente sucede.
El collar de ahorque se limita a inhibir conducta, pero no modifica lo que la causa.
Trabajando bajo ciertos protocolos y metodologías que contemplan la conducta en su contexto, podemos modificarla como consecuencia.
Por ejemplo. Un perro que en sus paseos es agresivo con otros perros. Utilizando un collar de ahorque podremos inhibir su conducta y lograr que deje de reaccionar ante su presencia. Pero no estamos modificando lo verdaderamente importante en la situación. Cómo percibe él, la presencia de los otros perros.
El perro necesita socializar y aprender a comunicarse correctamente, para también sentirse seguro ante la presencia de sus pares. No es sano ni para un perro ni para ningún animal gregario, percibir la presencia de un congénere, como un factor de riesgo.
Ahí está lo preocupante, que mi perro sienta miedo o desconfianza cuando aparece otro perro. Eso es lo que debo trabajar para modificar.
La conducta en este caso es consecuencia de su estado emocional y sus emociones no las puedo modificar a collarazos; es necesario tener conocimientos sobre la complejidad del mundo emocional del perro, sobre como procesa e interpreta la información y el entorno, para ahí sí tener herramientas de gestión emocional que verdaderamente puedan rehabilitar su comportamiento, sin castigar innecesariamente.
Hasta aquí me he dedicado a hablar de las limitaciones que tiene este tipo de collares dentro de un proceso de adiestramiento o de modificación de conductas. Pero si le agregamos que perjudica notablemente la comunicación entre el guía y el perro.
Comunicarme con mi perro en base a collarazos y darle información de que debe corregirse ahorcándolo, está muy lejos de considerarse una buena comunicación.
Menos aún, conociendo la riqueza del lenguaje canino y su gran capacidad de comunicación interespecies. No utilizar sus capacidades sociales limita al perro y el acceso a su felicidad.
Si a esto le sumamos las lesiones que le puede producir la presión en su cuello, hay estudios que nos hablan de daños en vértebras, tráquea, laringe, glándula tiroides, esófago y presión ocular.
Con todo lo expuesto es natural que considere usar un buen arnés y en lo posible que respete su estructura músculo esquelético, dejando los hombros y el cuello libre. Como los recomendados por Turid Rugaas o Linda Tellington son lo mejor que he probado.
El perro se siente cómodo, de ser necesarias correcciones, las recibe en su cuerpo sin resultarle molesto y comprendiendo mejor lo que le pedimos. Eso mejora notablemente su estado emocional, su capacidad de concentración y sin dudas sus capacidades cognitivas y de aprendizaje.
Porque no sólo queremos perros obedientes, queremos perros felices.

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